miércoles, 18 de abril de 2007

Los Fusilados en la Guerra

Diario de Navarra 2007/04/18


"Sea como fuere, téngase por seguro que ni el comandante de la Guardia Civil de Pamplona, Rodríguez-Medel, ni el resto de los militares gubernamentales asesinados, ni la inmensa mayoría de los militantes del PSOE y la UGT, anarquistas y demás republicanos víctimas de la represión hubieran simpatizado lo más mínimo con Barrena, Otegi o Txerokee."
Iñaki Iriarte López

Los Fusilados en la Guerra
EL pasado sabado, día 14, tuvo lugar en Pamplona un homenaje a los cerca de 3.000 republicanos muertos por la represión durante la Guerra Civil. Al acto asistieron, además de familiares de las víctimas, representantes del Partido Socialista, IU y Nafarroa Bai. También algunos -demasiados- miembros de la izquierda abertzale.

Fue muy curioso: si de aquí a unos meses se asesina a un concejal socialista no sólo no irán a ninguna concentración de protesta, sino que, a lo mejor, incluso, el «homenaje» se lo darán a ellos mismos, a base de tarta y langostinos, como hizo ese pedazo de gudari de cuyo nombre no quiero acordarme cuando mataron a Caballero. Tal vez ha sido eso lo que llevó a UPN y CDN a ausentarse del acto. Tal vez el temor a que los de siempre aprovecharan la ocasión para montarla y acusarles de haber tomado parte en los fusilamientos (no sería la primera vez. Cuando murió Jesús Aizpún durante bastantes meses pudo leerse en la Chantrea una pintada que se felicitaba del deceso de ese «cunetero del 36». Y eso que había nacido en 1928…). Acaso haya sido el deseo de que se recordara no sólo a los asesinados de un bando, sino también a los del otro, esas otras víctimas navarras de la sinrazón entre las que se cuentan diputados como Beúnza y Pradera, sacerdotes y meros simpatizantes de la derecha residentes en el bando republicano. Tan olvidados ahora, por cierto, como lo fueron durante tantos años los partidarios de la República.

Cualquiera que haya sido la causa, confieso que me apena la inasistencia de UPN y CDN. Casi tanto como me indigna la presencia de los abertzales ¿de izquierda?. No sé si será una muestra de su mala conciencia y si al homenajear a 3.000 asesinados hace 70 años intentan hacer callar sus remordimientos por su indiferencia (cuando no alborozo) ante más de 800 muertes mucho más recientes. O si, simplemente, se trata de uno de sus habituales ejercicios de cinismo y, ante la escasez de mártires propios, pretenden apropiarse de esos 3.000 y, así, hacernos creer que, en el fondo, todos tenemos manchadas las manos de sangre, de modo que no valgan excusas para no ponerse a negociar.

De ahí que no esté de sobra recordarlo: al menos en Navarra y afortunadamente, fueron pocos, muy pocos los que tuvieron que pagar con sangre su amor a Euzkadi (así se escribía entonces). Menos de un 1% del total de represaliados. Y de ahí mi enojo, porque la mayor parte de los asesinados en esta tierra en aquellos aciagos años murieron ni más ni menos que por España. Una España, es cierto, muy diferente a la de sus verdugos y a la de quienes marcharon al frente convencidos de estar emprendiendo una guerra justa y necesaria. (Es posible que a alguien le escandalice la hipótesis de que combatieran a la República honestamente, pero conviene recordar que entre quienes se les opusieron muchos no luchaban, en realidad, por una democracia, que despreciaban por «burguesa», sino por la dictadura del proletariado. Y ello no merma su honradez).

Sea como fuere, téngase por seguro que ni el comandante de la Guardia Civil de Pamplona, Rodríguez-Medel, ni el resto de los militares gubernamentales asesinados, ni la inmensa mayoría de los militantes del PSOE y la UGT, anarquistas y demás republicanos víctimas de la represión hubieran simpatizado lo más mínimo con Barrena, Otegi o Txerokee. Como tampoco lo hicieron con el PNV de su época, que a tantos de ellos había despreciado como maketos en razón de su origen foráneo. A esos «obreros conscientes», como enseñó García-Sanz en su libro sobre el socialista navarro Angulo, les importaban muy poco las patrias chicas, la mentalidad aldeana y el pasado que obsesionaba a todo nacionalismo. Y muestra de ello son las frecuentes burlas que otro ilustre republicano navarro, el baztandarra Guillermo Frías, dirigió a los «devotos hijos de Aitor». «Nuestra patria», escribiría el propio Frías en cierta ocasión, «es España, una e indivisible». «Y también la Humanidad», habría seguramente apostillado el propio Ángulo. No Euskadi.

Iñaki Iriarte López es profesor titular de la Universidad del País Vasco

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