sábado, 4 de agosto de 2007

Traicionar a la izquierda

Diario de Navarra 2007/08/04

"El mismo PSN que en su último Congreso en 2004 constató «la actitud general del nacionalismo vasco de no aceptar consecuentemente la existencia de Navarra como institución autónoma»"
IÑAKI IRIARTE LÓPEZ

Traicionar a la izquierda
FRANCIA y España: Sometiendo al pueblo vasco» «Quienes pretenden suprimirnos como pueblo y se oponen a un ejercicio de democracia como es la libre decisión de los pueblos se retratan como los antidemócratas que son». «Madrid y París constituyen auténticos focos de poder centralizado que pretenden imponer al resto del territorio bajo su dominio una forma de vida, una lengua y una presencia policial excepcional bajo el manto de una más que deficitaria democracia».

Aunque lo parezca, estas incendiarias frases no están tomadas de una soflama de las Juventudes Txerokianas de Segi. Se trata, de nuevo, de un folleto que, dentro de una campaña a favor de la independencia, están repartiendo este verano las juventudes de Aralar. La misma Aralar que lidera Nafarroa Bai. La misma Nafarroa Bai con la que la Ejecutiva del Partido Socialista de Navarra ha declarado unánimemente su deseo de conformar un gobierno. El mismo PSN que en su último Congreso en 2004 constató «la actitud general del nacionalismo vasco de no aceptar consecuentemente la existencia de Navarra como institución autónoma». El mismo Congreso donde reafirmó su defensa a ultranza de la Constitución de 1978 como un marco «que ha permitido los 25 años de mayor desarrollo y progreso de la Comunidad, de mayor libertad y democracia, de mayor autonomía». La misma Constitución que los navarros aprobaron en su día masivamente en referéndum. La misma que todos los partidos que conforman Nafarroa Bai desprecian como una imposición extranjera y que, sin demasiados tapujos y en ocasiones, incluso, con la mayor franqueza, admiten querer reventar. Algo que, por cierto, constituye una muestra típica de la falta de respeto nacionalista a la voluntad de los navarros.

Hasta los muy preclaros miembros de la Ejecutiva del PSN me concederán que no resulta fácil de entender: ¿cómo formar un «Gobierno de Progreso y Convivencia» con quienes repudian precisamente esa «Ley de leyes» que, de acuerdo con los propios socialistas, es garantía de progreso y convivencia? ¿Cómo repartirse el poder con quienes trabajan por la integración de Navarra en un Estado Vasco, sin ceder, sin embargo, «un ápice en la defensa de la realidad institucional y política de Navarra como comunidad propia y diferenciada», como también acordó el PSN en su último Congreso? ¿Cómo preservar la pluralidad de Navarra -como afirman pretender los socialistas- cuando se forma una alianza con quienes persiguen algo tan totalitario y antiprogresista como la cooficialidad del euskara en zonas totalmente castellanoparlantes? Y aún es más, ¿cómo combatir a ETA política y policialmente si se comparte el Gobierno con quienes, como Aralar, hablan de la existencia de «una violencia estructural fáctica» de España contra Euskal Herria? ¿Cómo, si, dejando de lado el tema de la violencia y según ha confesado con una candidez enternecedora José Luis Úriz, la gente de Nafarroa Bai «opina como ellos», como los etarras?

Las citas de las Juventudes de Aralar evidencian que para los nacionalistas quienes negamos a su patria imaginaria el derecho a separarse estamos fuera del campo de la democracia. Deduzco de ahí que, a su modo de ver, Puras jamás habría sido un presidente realmente democrático. Sólo un pelele más o menos útil. A menos que hubiera agachado la cerviz y aceptado esa falacia del derecho a la autodeterminación. Un derecho que, en la versión nacionalista, no es sino un engaño para impugnar el sufragio universal y cuya aplicación supondría la exclusión de nuestra vida política en común de millones de personas -madrileños, riojanos, etc...- a causa de su, supuestamente, distinta identidad étnica y cultural.

Desespera que los socialistas navarros no hayan sido capaces de comprender el gigantesco error y la traición que han cometido contra sus propios ideales. Desespera que haya tenido que ser Ferraz quien frustre sus disparatadas componendas.

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